Todos los años los profesores participamos de este acto. Todos los años. ¿Y saben qué? No nos aburrimos. Cada fiesta es única como lo es para ustedes. Como lo son Ustedes. No es que se recibe la promoción 2011. Se reciben juan, Lucila, Ulises, Daniela, Pablo, Norma, Ludmila, Chelo, Pato, Juan José, Giuli… cada uno con su trayectoria escolar y cada uno con su historia de vida personal. Historias de vida que a lo largo de estos cuatro años también cambiaron. No son los mismos que cuando ingresaron por primera vez a clase.
Es que cuando la educación atraviesa nuestras vidas nos cambia. Nos cambia la manera de mirar, de actuar, de reflexionar y de pensar. Nos cambia los objetivos. Buscamos metas más lejanas, nos proponemos ideales o sueños que ni se nos hubieran ocurrido antes de entrar a la escuela.
Sin percibirlo han logrado un desarrollo moral, transitando desde la heteronomía, desde hacer las cosas porque siempre se hicieron así, donde las normas se reciben de afuera, donde nos imponen las cosas como si no hubiera otra opción más que aceptarlas, a la autonomía de discutir y justificar las normas, de saber por qué hacen esto y no aquello. Y de poder cambiarlas si es necesario. Ya no nos podemos hacer los giles y decir “yo no sabía”. Ya no podemos resignarnos y aceptar en forma pasiva lo que sucede o lo que nos sucede. Y tampoco podemos resolver los conflictos de cualquier manera. Ahora debemos hacerlo con argumentos, respetando las opiniones diferentes, construyendo consensos a partir del diálogo. Cuando uno va a la escuela la violencia ya no es aceptable ni como opción ni como solución.
Espero que hayamos logrado formar ciudadanos capaces de vivir con la diversidad, sin sentir a los otros como una amenaza por ser distintos. La escuela consciente o no, es transmisora de valores. Ahora poseen nuevas herramientas que les sirven para nuevos aprendizajes y también para la resolución de situaciones de vida cotidiana.
Transitar por la escuela nos cambia también de clase social. Porque la clase social a la que pertenecemos no depende exclusivamente de nuestro nivel económico. Sino también de nuestro nivel educativo. De la cantidad de herramientas que disponemos para resolver problemas, para enfrentar situaciones, para mejorar nuestro nivel de vida, para darnos mejores respuestas a las preguntas de la vida.
Y por eso también nos compromete con la sociedad en que vivimos. La sociedad nos formó gratuitamente para ser mejores, pero también para que nuestro aporte dentro de ella sea de mejor calidad. La sociedad invierte en nosotros para que mejorando nosotros seamos mejores todos. Cuando uno conoce, ya no puede hacerse el distraído. Conocer nos hace más responsables con el futuro propio y de toda la comunidad.
Me gustaría que la escuela por la que pasaron haya sido una escuela de la pregunta. Porque una sociedad democrática pregunta. Nada pregunta quien considera que tiene todas las respuestas correctas. Preguntar es atreverse a saber lo que todavía no se sabe, lo que todavía no tiene respuesta. En el preguntar zozobra la certeza, el mundo pierde pie, su orden tambalea, y la intensidad de lo polémico y lo conflictivo vuelve a cobrar preponderancia. La escuela y la sociedad de la pregunta es democrática, porque reconoce a todos la capacidad de argumentar, el derecho a comunicarse, a exponer los propios argumentos a confrontar ideales de vida. No es malo debatir, confrontar ideas, cuestionarlas…
Si hemos logrado algo de todo lo dicho, Nos podemos ir todos con una sonrisa.
Por lo demás, les deseo de todo corazón que sean felices, en nombre de todos los profesores les digo que tienen las puertas de la escuela abiertas para cuando nos necesiten, siempre los estaremos esperando para saludarlos, abrazarlos y saber de sus vidas porque somos parte de ellas y porque no nos será indiferente saber de sus éxitos o de sus penas. Hablo de penas y no de fracasos, porque el fracaso sucede cuando ya no se puede hacer más nada. Y Uds. tienen una vida por delante.
Los queremos muchos, mucha suerte.
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