Entre 1810 y 1859 la población había
crecido de 405.000 a 1.300.000 habitantes. El índice de crecimiento vegetativo
era insignificante y no podía esperarse que por esa sola vía llegara el país a
salir de su condición de desierto. Esta conclusión aconsejaba desarrollar una
política inmigratoria decidida, y el Estado argentino la puso en práctica desde
los primeros tiempos de la república organizada.
Con ritmo creciente, las olas de
inmigrantes fueron llegando al país gracias a una activa propaganda y a las
seguridades que ofrecía el Estado. Treinta años
después (1914) el 30% de la población argentina eran extranjeros.
Esta población creciente tendió a
acumularse en la región litoral, y de preferencia en los centros urbanos. La
población rural, que si hubiera seguido una buena política colonizadora debiera
haberse incrementado, disminuyó sensiblemente. Si en 1869 alcanzaba el 65,8% de
la población en 1914 ya era de un 42,6%.A la inversa, Buenos Aires se duplicó
en 20 años y, aunque no conservó ese ritmo, siguió creciendo en forma siempre
desproporcionada con respecto al resto del país.
Al estancamiento poblacional de algunas
zonas siguió el económico.
Año
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Área
cultivada
|
Extensión
ferroviaria
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Relación
Peso - Oro
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1880
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0.71
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1895
|
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0.28
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1905
|
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1923
|
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La economía en la
generación del 80.
El modelo económico de la época se denominó Agroexportador. Por este
modelo, la Argentina se transformó en pocos años en una importante proveedora
de alimentos en los mercados mundiales y sus necesidades internas fueron
cubiertas en lo esencial mediante la importación de bienes y servicios de otros
países del mundo.
“Las políticas
Liberales no constituyeron una causa, sino más bien la consecuencia del alto
nivel de desarrollo económico previo (y protegido) de los países que lo
practicaban que les daban condiciones superiores de competitividad”.
Se conforma el
“Capital Financiero”, que señalaba que la actividad de diferentes empresas y la
acumulación de capitales pasaba a estar cada vez más sujeta al dominio de los
grandes bancos; crecía y se fusionaba el capital industrial estableciendo
unidades de mayor tamaño (trusts y monopolios nacionales e internacionales, como la United Status Steel
Corporation, la Standard
Oil o la
General Electric en los Estados Unidos, Krupp, AEG o Siemens
en Alemania), y se realizaban inversiones directas a través de la instalación de filiales de esas
grandes empresas en todo el mundo o la formación de otras nuevas dedicadas a la
explotación de ciertos negocios, como en el caso de los ferrocarriles.
La
incorporación de nuevos países al mercado mundial hacia fines del siglo XIX se
realizaba, entonces, en el marco de un sistema en expansión, pero que, por las
características mencionadas, limitaba fuertemente sus posibilidades futuras.
La generación
del 80 era liberal en lo económico, conservador en lo político y progresista en
lo cultural. Tenían como ideal una meta definida: la riqueza.
Lo esencial de
las ideas económicas de los hombres que impulsaron el modelo agroexportador
pueden resumirse en tres puntos fundamentales:
ü La constatación de que el desarrollo económico argentino solo
podía basarse en la inserción del país en el mercado mundial especializándose
en el tipo de actividades en las que tenían “ventajas comparativas” (y éstas
eral las que permitían utilizar el único recurso del que se disponía en
abundancia y calidad, la tierra);
ü La certidumbre de que para que dicha riqueza pudiera aprovecharse
era menester suplir las dos carencias básicas que se tenía, la del capital y la
de la mano de obra;
ü La idea de que para hacer posible ambas cosas era imperioso
expandir la frontera agropecuaria, resolviendo el problema del “indio”, y
unificar el mercado interno.
Características Políticas.
La oligarquía (el grupo dirigente que
gobernaba en el Estado) tiene conciencia de la necesidad de captar inmigrantes
para el crecimiento del país. Sin embargo un sentido de aristocracia, de
superioridad social, comenzó a aflorar en los hombres de la generación
directora de 1880; la conciencia del abismo que los separaba de ese conjunto
heterogéneo que estaba por debajo de ellos robusteció su certidumbre de que
eran de distinta condición, hijos auténticos del país y amos del suelo.
Por lo tanto,
se creían con un derecho incuestionable a beneficiarse, como clase patricia,
con la riqueza que el conglomerado criollo-inmigratorio creaba, multiplicando
las posibilidades de sus propios bienes, antes improductivos. La riqueza fue la
nueva ambición. La fiebre del lujo, de la ostentación y del poderío económico
comenzó a atormentar sus espíritus. Y en la pendiente hacia la riqueza, no
bastó lo que el país producía, y pareció necesario tentar la suerte en las más
diversas aventuras económicas, muchas de las cuales adquirieron bien pronto los
caracteres de oscuros “negocios” que comprometían, la soberanía de la nación y
enajenaban su riqueza.
Así la nueva oligarquía tendió a cerrar
su círculo y a defender sus privilegios. Por ello consideró que el poder
público le correspondía por derecho y que no podía abandonarse en manos de
hombres que surgían del conglomerado criollo-inmigratorio. Se volvió así
antipopular y, cada vez más lejana de la masa que constituía la sangre y carne
del país, la oligarquía vio crecer su desprestigio entre los restantes (la
mayoría) miembros del país.
Sarmiento coincidía con Alberdi en la
necesidad de un fuerte incremento poblacional proveniente de la inmigración.
Pero su República requería también la presencia ciudadana de los inmigrantes a
través de la educación, que aseguraba la práctica plena del ejercicio electoral
y, de esta manera, el éxito de una democracia política y social.
La evolución del Estado moderno que
surgió a partir de 1880 estaría así muy ligada a la vigencia del modelo
económico que le sirvió de sustento. Cuando se amplió la base social y ese
modelo empezó a dar señales de agotamiento, la continuación de las viejas
práctica políticas se hizo imposible. La ley Sáenz Peña y el triunfo del
radicalismo fueron una expresión de las tensiones económicas, políticas y
sociales que aquél había generado y que la crisis de 1930 pondría plenamente en
descubierto.
¿Cómo funcionaba el Sistema Político de la
Oligarquía?
Era un sistema de transferencia de poder meditante el
cual un reducido número de participantes logró establecer dos procesos básicos:
excluir a la oposición considerada peligrosa para el mantenimiento del régimen
y cooptar por el acuerdo a la oposición moderada, con la que se podía transar
sobre cargos y candidaturas. En esta república restrictiva los únicos que
podían participar en el gobierno eran aquellos habilitados por la riqueza, la
educación y el prestigio. Era una oligarquía entendida como un sistema de
hegemonía gubernamental desplegado tanto sobe una gran mayoría de la población,
pasiva y no interviniente, como sobre los miembros pertenecientes a un estrato
superior que emprende una actividad opositora.
Construyeron así una clase dirigente nacional,
resultado de una alianza entre Buenos Aires y el Interior, con hegemonía de los
sectores terratenientes pampeanos, cuya forma organizativa será la Liga de Gobernadores y sobre
todo el P.A.N. De esta manera emergió un
estado estrechamente ligado a sectores económicos y sociales.
Los reclamos sociales
En 1872 se funda la sección americana de la Sociedad Internacional
de los Trabajadores, que participó en el Congreso de La Haya , donde declararon: “es
necesario combatir la funesta organización internacional de parásitos, es
decir, la clase que vive y goza de los frutos de la tierra y de la industria, a
expensas de aquellos que trabajan y sudan… es deber de todos los socios
rechazar toda clase de gobierno que no sea encarnación de los trabajadores…
siendo el trabajador el productor de todo lo que es útil y necesario para la
existencia y bienes de la humanidad, debe tener el derecho de dictar leyes que
rijan la sociedad universal”.
Entre 1877 y 1879 se organiza la Unión Tipográfica Argentina,
exigiendo la reducción de la jornada laboral a 10 horas en invierno y 12 en
verano. En 1881 comienza a batallarse por el descanso dominical. En 1882 se
funda el Club Worwarts (Socialista). En 1889 Argentina participa de la Segunda Internacional.
Los socialistas y los anarquistas desplegarán toda su fuerza para movilizar a
la clase trabajadora y crear las primeras centrales obreras.
Vivamente iba haciéndose consciente que
si bien los salarios nominales representaban un alto porcentaje, incluso en
relación a los que se pagaban en otros países, sus diferencias eran grandes en
cuanto al poder adquisitivo, debido a la suba de precios, la desvalorización de
la moneda, y la creciente fuerza laboral que se permitía imponer un duro
régimen de trabajo.
El problema habitacional fue uno de los
más neurálgicos, no solo por el aumento indiscriminado de los alquileres, sino
también porque frente a las exuberantes mansiones palaciegas, en las casas de
inquilinato se apiñaba una cuarta parte de la población (conventillos). Además
solo el 5% de los alumnos matriculados en la enseñanza primaria alcanzaban a
completar el ciclo elemental.
Todo ello en medio de un orden
oligárquico que estaba haciendo de la Argentina una nación agrícola-dependiente, con
pronunciada concentración latifundaria que impidió la división más equitativa
de la tierra; al punto que la extensión de algunos campos privados llegaron a
equipararse con el tamaño de varios estados europeos.
“En vano se diga que este es un país rico
cuando la tierra pertenece casi en su totalidad no al pueblo, sino a un puñado
de capitalistas que forman la Sociedad
Rural. La facilidad de enriquecerse consiste en que los
salarios son tan bajos en proporción al costo de vida que casi todos los
trabajadores al fin de mes están en déficit”
“En la Argentina ningún partido
político, ningún estadista, ningún diputado ni senador se preocupó jamás de la
suerte de los asalariados. La avaricia insaciable de la clase capitalista, la
rapacidad de los gobiernos, con sus favoritismos a las empresas mercantiles, el
abandono de todo aquello que está relacionado con los verdaderos intereses del
pueblo, ha colocado a la clase trabajadora de la República Argentina
en igualdad de condiciones que los obreros del viejo mundo, con la diferencia
que allá la clase capitalista es medianamente inteligente y aquí es inepta en
grado sumo”. Adrián Patroni, dirigente socialista.
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