jueves, 14 de abril de 2011

Las magistraturas romanas.

Las magistraturas romanas
Para ser magistrado había que tener por lo menos 28 años para iniciarse en el cargo más bájo que era el de cuestor. A partir de ahí comenzaba lo que se dio en llamar una carrera de honores.
Todas las magistraturas eran electivas y anuales (excepto el censor que duraba 5 años). Los magistrados no recibían una paga por ejercer su cargo.
Además de las Asambleas y el Senado se encontraban:
1-    Los Cónsules (2): ejercían el poder ejecutivo. Manejaban la administración y dirigían al ejército. Además resolvían cuestiones judiciales de última instancia.
2-    Pretores (2): Administraban justicia. Uno lo hacía con los romanos y el otro con los extranjeros.
3-    Censores (2): duraban 5 años. Se ocupaban del censo para el reclutamiento de tropas. Cada ciudadano, declaraba su edad, cantidad de hijos y bienes. Los censores, de acuerdo a esos datos, establecían el tipo de servicio militar que debían prestar. También indagaban la vida particular de las personas y decidían quiénes eran dignos de ocupar cargos públicos. Controlaban la moral y las buenas costumbres públicas.
4-    Tribunos (2): eran magistrados plebeyos, pero luego también los patricios pudieron serlo. Convocaban las Asambleas, proponían proyectos de ley y tenían el derecho de vetar leyes que no favorecieran a los plebeyos. El veto impide que la ley tenga validez, la torna inexistente.
5-    Ediles (2): encargados de aspectos económicos y urbanísticos de las ciudades, como por ejemplo, la construcción de puentes, la vigilancia, los precios de los alimentos y las manufacturas.
6-    Cuestores (2): se encargaban de cuestiones financieras, la cobranza de impuestos, calculaban los gastos de guerra, y se ocupaban de los pagos del Estado, por ejemplo en la construcción de las obras públicas.
7-    Dictador (1): duraba 6 meses y era elegido por los cónsules cuando había situaciones de peligro. Luego de su mandato debía rendir cuentas de lo actuado.

miércoles, 13 de abril de 2011

La Sociedad Romana en la época de la República.

LA SOCIEDAD ROMANA[1]
La población romana está constituida por dos grandes bloques humanos: hombres libres y esclavos. Los hombres libres pueden ser ciudadanos (cives) o extranjeros (peregrini). A estos últimos se les permite residir en Roma, pero carecen de derechos políticos. Los ciudadanos poseen la civitas o ciudadanía, cuyos elementos son:

Derechos políticos
Ius suffragii: derecho de sufragio activo, es decir, derecho a emitir su voto en cuestiones relativas al Estado.
Ius honorum: derecho a ser elegido para ocupar cargos públicos.
Ius provocationis ad populum: derecho de apelar, ante la asamblea del pueblo, contra la sentencia de azotes o muerte dictada por un magistrado.

Derechos civiles
Ius connubii: derecho a contraer matrimonio válido según las leyes romanas.
Ius commercii: derecho a la propiedad y al comercio.
Ius (legis) actionis: posibilidad de hacer valer sus derechos frente a la ley.

Estos derechos pueden adquirirse por nacimiento, por manumisión, por ley o por concesión especial del Estado; asimismo, pueden perderse total o parcialmente. 
        Los ciudadanos se dividían, en un principio, en patricios y plebeyos. Los patricios eran los descendientes de los primitivos romanos, y constituyen la aristocracia de la sangre. Los plebeyos forman la mayoría de la población en Roma, y proceden sobre todo de los pueblos sometidos y de la inmigración; esta masa está separada de los patricios por carecer del ius connubii, pero va conquistando poco a poco, tras largas y tenaces luchas, la igualdad de derechos cívicos, sobre todo debido a la necesidad de su cooperación en el terreno militar. 
       Tras la expulsión de los reyes (509 a. C.), comienzan las luchas sociales entre patricios y plebeyos, con la exigencia de éstos del reconocimiento de sus derechos políticos y civiles. A partir del 302 a. C. la plebe consigue el acceso a todas las magistraturas. 
     Los caballeros u orden ecuestre integró una rica burguesía dedicada a las actividades económicas y judiciales. Como los senadores no podían dedicarse al comercio ni a los negocios, los caballeros se dedicaron al comercio a gran escala, al cobro de impuestos públicos, a contratistas de obras públicas, etc. 
        Otra categoría dentro de los hombres libres la constituían los llamados clientes. Se trataba de ciudadanos libres que voluntariamente se ponían bajo la protección de una persona rica (patronus –patrón-). En los primeros tiempos, la clientela había supuesto una relación íntima y casi sagrada entre patrón y cliente, pero se convirtió durante el imperio en una relación de alquiler: el cliente pasó a ser una figura decorativa, mal pagada y peor tratada, en el séquito de su señor. En el siglo II d. C. hay unos 150.000 clientes en Roma, procedentes de los proletarios[2]
         La inmensa mayoría de la población de Roma puede ser englobada bajo el nombre de tercer estado (plebeyos pobres), y en ella predominaba con mucho, sin duda alguna, el proletariado, cuya existencia giraba en torno al lema panem et circenses. Pero al lado de esta pobreza, había entre las gentes de humilde condición quienes disfrutaban de bienestar y de riqueza.
        Los esclavos eran sólo cosas, no seres humanos. El poder de sus amos sobre ellos era ilimitado, pudiendo incluso darles muerte, si bien en la época de la república su situación se hace más humana. El esclavo carece de bienes personales y no puede contraer matrimonio legal; podían elegir una compañera de esclavitud para celebrar con ella un matrimonio entre esclavos (contubernium). Los esclavos trabajaron en obras públicas, minas, canteras, explotaciones rurales, etc. Al lado de los servi privati estaban también los servi publici, propiedad del estado, que estaban empleados en los servicios públicos, como personal de bomberos, aguas, remeros, ayudantes de sacerdotes y magistrados, etc.
        Los esclavos podían recuperar su libertad (manumisión), bien como recompensa a una buena conducta bien porque el propio esclavo se la compraba a su amo. El esclavo manumitido se denominaba liberto, que goza de derechos limitados y continúa debiendo a su antiguo dueño respeto y fidelidad.
        Las actividades comerciales, como también las artesanales, estaban en su mayor parte en manos de esclavos y libertos, porque los hombres libres, aunque fuesen pobres, consideraban estas profesiones como indignas de ellos.
 La situación de la mujer.
        En Roma, en los primeros tiempos, el pater familias tenía un completo control sobre su esposa y su familia, pero en general la ley romana concedía a la mujer más derechos que la griega. No vivían recluidas en casa y comían con sus esposos; eran libres para abandonar la casa y visitar no sólo tiendas, sino también lugares públicos como teatros y juzgados. Muchas mujeres romanas de clase elevada eran influyentes y tomaban parte activa en los asuntos sobre los que se discutía en sus casas. 
        La mujer romana se casaba generalmente entre los trece y los diecisiete años. Una vez dentro de su casa, la mujer ocupaba una posición bastante independiente, sobre todo en época imperial, cuando se consideró a la mujer como propietaria de los bienes que ella había aportado al matrimonio. Así era lógico que las mujeres empuñasen con frecuencia las riendas de la casa, mandando en ellas más que el marido e incluso sobre él. 


jueves, 31 de marzo de 2011

Este es el mapa del TP 2

Trabajo Práctico nro. 2. Para 2B de Senillosa.

Estimados alumnos: les dejo un resumen de las magistraturas romanas que incluyen al Censor. Por otra lado les adjunto el mapa de la expansión de Roma en Italia.
Tarea: 
1- en un mapa de Italia copial el mapa agregando las fecha  en los que fueron venciendo a los pueblos itálicos, griegos y galos.
Listado cronológico para añadir al mapa:
Italia.
• 338 a.C. Ya habían vencido a los latinos y los incorporan al territorio romano.
•325-304 1ra. Guerra Samnita
• 298-280 2da. Guerra Samnita
• Dominan el sur de Italia.
Colonias Griegas

•Opción: someterse o resistir.
•Tarento se resiste y solicita ayuda a Pirro, rey de Epiro (280 a.C.)
•Pirro gana, pero tiene que abandonar Italia (275 a.C.)

Buena suerte y cualquier comentario o duda lo agregan en el blog. Prof. Marinoni.


Las magistraturas romanas
Para ser magistrado había que tener por lo menos 28 años para iniciarse en el cargo más bájo que era el de cuestor. A partir de ahí comenzaba lo que se dio en llamar una carrera de honores.
Todas las magistraturas eran electivas y anuales (excepto el censor que duraba 5 años). Los magistrados no recibían una paga por ejercer su cargo.
Además de las Asambleas y el Senado se encontraban:
1-    Los Cónsules (2): ejercían el poder ejecutivo. Manejaban la administración y dirigían al ejército. Además resolvían cuestiones judiciales de última instancia.
2-    Pretores (2): Administraban justicia. Uno lo hacía con los romanos y el otro con los extranjeros.
3-    Censores (2): duraban 5 años. Se ocupaban del censo para el reclutamiento de tropas. Cada ciudadano, declaraba su edad, cantidad de hijos y bienes. Los censores, de acuerdo a esos datos, establecían el tipo de servicio militar que debían prestar. También indagaban la vida particular de las personas y decidían quiénes eran dignos de ocupar cargos públicos. Controlaban la moral y las buenas costumbres públicas.
4-    Tribunos (2): eran magistrados plebeyos, pero luego también los patricios pudieron serlo. Convocaban las Asambleas, proponían proyectos de ley y tenían el derecho de vetar leyes que no favorecieran a los plebeyos. El veto impide que la ley tenga validez, la torna inexistente.
5-    Ediles (2): encargados de aspectos económicos y urbanísticos de las ciudades, como por ejemplo, la construcción de puentes, la vigilancia, los precios de los alimentos y las manufacturas.
6-    Cuestores (2): se encargaban de cuestiones financieras, la cobranza de impuestos, calculaban los gastos de guerra, y se ocupaban de los pagos del Estado, por ejemplo en la construcción de las obras públicas.
7-    Dictador (1): duraba 6 meses y era elegido por los cónsules cuando había situaciones de peligro. Luego de su mandato debía rendir cuentas de lo actuado.

viernes, 25 de marzo de 2011

Mario Rapoport y el 24 de marzo de 1976

A partir del golpe de Estado del 24 de marzo 1976 se produjeron profundos cambios en la estructura económica argentina, que terminaron por conformar un nuevo modelo económico basado en la acumulación rentística y financiera, la apertura externa irrestricta, comercial y de capitales, y el disciplinamiento social. La dictadura militar se propuso restablecer la hegemonía del mercado en la asignación de recursos, restringir la participación del Estado y abrir la competencia de los productos nacionales con los extranjeros, aunque ello significara sacrificar la industria local. En una primera etapa, de 1976 a 1978, se implementó un plan de ajuste ortodoxo, con devaluación, liberación de precios, congelamiento de salarios, facilidades para las importaciones, cese de la promoción de exportaciones industriales. En esta cuestión fue de vital importancia la reforma financiera de 1977, que ubicó al sector de las finanzas en una posición hegemónica en términos de absorción y reparto de los recursos. El nuevo Régimen de Entidades Financieras iniciaba un rumbo cuyo norte apuntaba a la liberalización del mercado interno y a una mayor vinculación con los mercados mundiales.
El terrorismo de Estado impidió toda resistencia social a la transformación regresiva de la economía. Las elites agropecuarias, los grandes grupos económicos y financieros locales, y los intermediarios de las finanzas y el comercio internacionales fueron los beneficiarios inmediatos y de largo plazo de estas políticas.
Una segunda etapa comenzó en diciembre de 1978, con la aplicación de la “tablita cambiaria”, que consistía en devaluaciones programadas inferiores a la inflación. Estas apreciaron el peso, agravaron el cierre de las industrias nacionales, imposibilitadas de competir con los productos importados, e impulsaron una gran salida de divisas, a causa de los déficit comerciales y de servicios, como los intereses pagados al capital extranjero y el turismo al exterior. Esos déficit se cubrieron con ingresos de capitales y crearon la enorme deuda externa que ya en 1981 produjo una primera crisis de graves consecuencias por la elevación de las tasas de interés internacionales.
De todas las medidas económicas tomadas en aquella época, el país heredó varias que no han sido hasta ahora modificadas, algunas de las cuales, incluso, se profundizaron en los años ’90. Las dos principales son la Ley de Entidades Financieras Nº 21.526, sancionada en 1977, y la Ley de inversiones extranjeras Nº 21.382, ambas nacidas como decretos de la dictadura militar.
La primera de ellas comenzó a regir desde la aplicación de otra medida que autorizaba al Banco Central a restituir a las entidades financieras la facultad de captar depósitos por cuenta propia y fijar las tasas de interés activas y pasivas, sobre la base de la garantía de los depósitos otorgada a esas entidades. La Ley Nº 21.526 establecía un nuevo régimen según el cual el Banco Central tendría la facultad de superintendencia mientras se valoraba la libre competencia como el medio idóneo para lograr un sistema más eficiente.
Los efectos de estos cambios con la legislación que los profundizó durante el menemismo produjeron localmente el predominio de las finanzas especulativas sobre la producción, en consonancia con la necesidad de los países centrales y las grandes corporaciones de colocar sus superávit de liquidez y obtener mayores rentabilidades aprovechando la diferencias entre las tasas de interés locales y las internacionales.
También, como señala un trabajo reciente del Cefid/ar, dio como resultado una notable extranjerización de los bancos, la concentración de los depósitos en los bancos privados –pero sobre todo en los extranjeros–, un sistema crediticio determinado por el mercado sin ninguna orientación pública, el predominio en la asignación de créditos a corto plazo y la ausencia de préstamos para el desarrollo. Esta ley constituyó sin duda una de las causas principales que provocaron la crisis del 2001 y, aunque los cambios económicos posteriores introdujeron modificaciones regulatorias que morigeraron sus consecuencias, los rasgos estructurales del sistema permanecen incólumes, especialmente la estructura crediticia. Sólo la acción de la banca pública es la que ha permitido suplir en parte estos problemas, pero todavía se hace necesaria una nueva ley que suplante la anterior.
En cuanto a la ley de inversiones extranjeras, produjo una liberalización de la entrada de capitales externos en el país, restringiendo al mínimo las áreas prohibidas para este tipo de inversiones y asegurando un trato igualitario a las inversiones extranjeras y a las nacionales. Esto acentuó el proceso de desindustrialización, porque ese capital no se ubicó en sectores industriales y, además, como la ley no obligaba a la reinversión de utilidades no se tradujo en una radicación local de las ganancias empresariales.
El gobierno de Menem liberalizó aún más esta norma al establecer que los inversores pueden colocar sus capitales sin aprobación previa y repatriar sus utilidades en cualquier momento. Una consecuencia posterior fue la aceptación de la intervención de instituciones internacionales como el Ciadi, que obliga a resolver los conflictos derivados de ese tipo de inversiones en juzgados del exterior, transgrediendo principios cardinales de la política exterior argentina, como las doctrinas Calvo y Drago.
Esta ley debe igualmente modificarse. Para ello existe un proyecto de los diputados Basteiro y Rivas en la cual se establecen nuevas normas regulatorias que restringen, por un lado, la radicación de capital extranjero a áreas claves de la actividad productiva, de los servicios y de la seguridad nacional y, por otro, establecen la necesidad de integrar esas inversiones a un plan estratégico de desarrollo industrial diversificado, priorizando el empleo de personal de nacionalidad argentina y determinando condiciones más estrictas para la repatriación de capitales.
Para culminar, la herencia de la dictadura no termina allí; paradójicamente una de las resoluciones que tomó Martínez de Hoz, porque afectaba sus propios intereses, fue la supresión del impuesto a la herencia, una decisión que ahora acaba de revertirse en parte en la provincia de Buenos Aires.
El país ha avanzado enormemente de un modelo rentístico financiero en lo económico y de exclusión en lo social a un modelo productivo e inclusivo, pero eso no se refleja todavía en el cambio de instituciones creadas durante la dictadura militar, una realidad que hay que reparar con urgencia, porque si las políticas son diferentes la persistencia de la instituciones constituye un palenque donde puede aferrarse de nuevo el fantasma del neoliberalismo.

El Virreinato del Río de la Plata. Breve cronología de sucesos.

El Virreinato del Río de la Plata 1776-1810.
“Desearía, caballeros, que nos hubiesen informado de sus cobardes intenciones de rendir Buenos Aires…de haberlo sabido, nosotras las mujeres nos habríamos levantado unánimente y rechazado a los invasores a pedradas”.

El Virreinato del Río de la Plata.

En enero de 1680 Manuel Lobo, recibiendo órdenes del Rey de Portugal, zarpó de Río de Janeiro y el 22 del mismo mes fundó la Colonia de Sacramento. España protestó por lo que consideraba era territorio español en el Río de la Plata. El objetivo visible de los portugueses era no sólo tomar posesión de la Banda Oriental (hoy Uruguay), sino también establecer frente a Buenos Aires una base o punto de recalada para los buques ingleses (aliados de Portugal) que manejaban el comercio por contrabando. Recordemos que existía prohibición de comerciar con América, y solamente lo podía realizar España.
En la desesperación por recuperar la costa uruguaya y evitar el contrabando, España en 1750 firma el Tratado de Permuta, por el cual Portugal devolvía la Colonia y España le entregaba las Misiones Jesuíticas a estos. Incluso hubo una guerra, que fue una matanza, contra los jesuitas y los indios guaraníes que no querían ser despojados de su territorio. Las misiones se entregaron pero Portugal, con distintas excusas dilató la entrega de la Colonia. El Gobernador de Buenos Aires Pedro de Cevallos, la recupera por la fuerza en 1761, pero debe devolverla, luego de que España la volviera a ceder en el Tratado de París de 1763.
El 31 de enero de 1761 Luis de Bougainville, nacido en Saint Maló, toma a nombre del rey de Francia las Islas Malvinas, fundando Puerto Luis (donde actualmente se encuentra Puerto Argentino). Las Malvinas pertenecían a España, que las había descubierton en el año 1520. España protestó contra Francia y su rey reconoce el derecho de soberanía español sobre las islas. El Gobernador de Buenos Aires, Felipe Ruiz Puente, zarpa para Malvinas en 1767.
Pero por la misma época en que Bougainville funda Puerto Luis, Los ingleses al mando del Almirante John Byron, funda el 11 de enero de 1765, en la Malvina Occidental Puerto Egmont, tomando posesión para Inglaterra. Nuevamente España protesta, pero al no ser reconocida, decide el 10 de junio de 1770, recuperar las Islas por la fuerza. Los ingleses se rinden. Los ingleses humillados, querían ir a la guerra, la cual es detenida, devolviéndoles Puerto Egmont, con la promesa de que la abandonarán. La promesa nunca fue escrita, fue de palabra, pero Inglaterra el 20 de mayo de 1774 la cumple. No volverá hasta 1833, cuando las usurpan por la fuerza hasta el día de hoy.
Todos estos hechos demostraban la necesidad de contar en el sur de América una unidad política, económica y militar fuerte, grande y que tuviera la suficiente fuerza para que tanto los ingleses como los portugueses no se apoderaran de ella. Se crea así el Virreinato del Río de la Plata, con Capital en Buenos Aires y con su primer Virrey Don Pedro de Ceballos.
En junio de 1806, Inglaterra, que busca apoderarse de puertos y ciudades que les sirvan para vender sus productos y comerciar, decide apoderarse de la Ciudad de Buenos Aires. La ciudad se rinde, luego que el Virrey Sobremonte escapara con los caudales (el oro) de la ciudad. Eran 5000 ingleses que inmediatamente tomaron la ciudad pidieron refuerzos a Londres. El 12 de agosto de 1806 van a ser expulsados, con la ayuda de toda la población, al mando de Martín de Alzaga y del General Santiago de Liniers. El Virrey brillaba por su ausencia. Cuando aparece en enero de 1807 con los refuerzos, es destituído por el Cabildo Abierto de Buenos Aires, que nombra a Liniers como Virrey Interino. La segunda invasión ya eran 10.000 los soldados ingleses que atacan Buenos Aires, la cual es defendida los días 5, 6 y 7 de julio de 1807. Inglaterra cambiará la forma de actuar con Buenos Aires.

“América del Sur nunca sera conquistada por Inglaterra”.

“Quien basándose en los sentimientos de la gran masa del pueblo espere ayuda de ella para sus propósitos, no conoce al pueblo de Buenos Aires. Debe asegurársele que el objeto de Gran Bretaña es darles independencia; aunque están decididamente inclinados a liberarse del yugo de España, son aún más hostiles a aceptar a el de cualquier otra nación; al conquistarlos ataríamos una piedra alrededor de nuestros cuellos” Gral. Whitelocke, 1807.
“Debemos actuar de manera acorde con los sentimientos y los intereses del pueblo sudamericano...debemos abandonar la esperanza de conquistar esta extensa región contra el temperamento de su población...si nosotros nos acercamos a ellos como comerciantes y no como enemigos, podríamos dar energía a sus impulsos locales y conseguiríamos abrogar las prohibiciones contra nuestro comercio. Que es nuestro gran interés”. Mtro. Castlereagh.

martes, 15 de marzo de 2011

Los Etruscos y la Monarquía Romana.

Los Etruscos (800 – 500 a.C.)
Podemos mencionar varios pueblos coexistiendo al mismo tiempo en la península Itálica:
El imperio etrusco en los siglos V y VI a.C. era una liga numerosa de grandes ciudades, algunas de las cuales eran puertos marítimos. Cultivaba el suelo, criaba ganado, explotaba las minas de cobre de Etruria y las de hierro de la isla de Elba, manteniendo una industria activa, en especial metalúrgica y textil. Finalmente comerciaba con el mundo griego y con oriente, a través de las colonias griegas al sur de Italia y de Cartago. Difícilmente un etrusco se podía distinguir de un pirata. Su clase superior se componía de terratenientes, comerciantes e industriales. El trabajo lo hacían los ligures e itálicos conquistados, y también, probablemente, los esclavos conquistados en guerras y acciones de piratería. Los etruscos se aliaron comercialmente con Cartago y de esta forma impidieron que Grecia se expandiera hacia occidente. En Italia su dominio abarcaba desde el norte, el valle del río Po, hasta el sur, en la Campania. Nápoles, Cumas, Tarento y Siracusa eran griegas.
También estaban los samnitas, que eran un pueblo que adquirió muchos conocimientos y progresos tecnológicos de los griegos, y estaban situados en la campania. Su capital era Capua. Debían frenar el avance etrusco y a su vez luchar con los griegos, en especial de Sicilia.
El otro pueblo es el de los latinos, en el Lacio. Su ubicación geográfica (entre montañas y el mar) impedía ser atacado y hasta no era considerado un lugar de importancia para sus rivales. Si bien no podemos asegurar de qué modo las colonias latinas y sabinas se aliaron, esto sucedió y fundaron Roma en 753 a.C. Previamente habían destruido la ciudad de Alba Longa. A partir de este momento comienza el período de la Monarquía Romana, que se prolongó hasta el año 508 a.C., en que se convierte en una República.
Las instituciones que había eran: 1- el Rey, que cumplía funciones de sacerdote y de gobierno, era el jefe militar y la última instancia en justicia. El cargo era vitalicio y debía contar con la aprobación de los Comicios Curiados, el Senado que lo presentaba y los augures que los sacerdotes hacían; 2- el Senado, era un consejo de ancianos asesores del rey; sus miembros eran representantes de las más nobles y ricas familias (padres) y sus descendientes se llamaron patricios. Los patricios contaban con privilegios y con el derecho de actuar entre el rey los dioses, ya que actuaban en los colegios sacerdotales (flamines, augures, danzantes, luperci y pontífices). 3- El ejército lo componía todo el pueblo romano, siendo los patricios quienes ocupaban la caballería o conducían los carros de guerra. La población se dividía en tres tribus que elegían 10  curias (hombres que participaban en el Comicio curiado) y cada tribu debía además presentar 100 caballeros y 10 legiones de infantes para la guerra.
Socialmente la vida se basaba en la famila, con un sistema patriarcal que incluía a esposa, hijos, clientes y esclavos. La base de la economía fue el ganado (pecus) y la agricultura.
Etruscos y romanos convivieron y hasta los tres últimos reyes son etruscos. Pero luego los etruscos fueron enfrentados, tanto por los romanos como por los celtas en el norte.
Listado de reyes romanos: Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio, Tarquino Prisco, Servio Tulio, Tarquino el Soberbio.